lunes, 23 de diciembre de 2013

El Jardín Botánico, un tesoro natural para visitar

“El Botánico es un tesoro natural en la Ciudad. Es un punto de conservación de especies botánicas imprescindible”.

Graciela Barreiro, directora del Jardín Botánico Carlos Thays, definió de esta manera a este entrañable espacio verde porteño que con 115 años recibe a más de medio millón de visitas anuales.

“El barrio lo aprecia como un pulmón y algo más que un parque. Los locales y negocios de aquí se llaman “del Botánico”, está el “café del Botánico”, la pizzería, etc. Es un lugar que le da identidad al barrio, casi le da el nombre”, contó Barreiro quien dirige el parque desde 2009, cuando ganó el cargo que se disputó por primera vez a través de un concurso público en la Ciudad.

Así Barreiro, quien acaba de ser distinguida por la Asociación Internacional de Jardines Botánicos, explicó la importancia que tiene este espacio único de la Ciudad para los vecinos, niños y turistas, y adelantó una de las grandes novedades del año: el jardín de mariposas.





¿En qué se destaca el Jardín Botánico de la Ciudad?

Es el más importante del país. Primero, por su antigüedad, ya que tiene 115 años. Se abrió en 1898 y fue el primero que lo hizo para el público. Además lo es por la antigüedad de sus colecciones. El de La Plata también es antiguo, pero con la diferencia que al principio no era abierto al público. Hoy esta característica es condición indispensable para ser considerado jardín botánico, según los parámetros internacionales. Además, el espacio debe dedicarse a la conservación de la bio diversidad y de un ecosistema artificial. Es un espacio de conservación imprescindible ya que nunca sabemos cuándo puede desaparecer una especie en el mundo. La actitud de la humanidad y las catástrofes naturales hacen que muchas plantas se extingan diariamente.

¿Cuáles son sus principales tareas?

Una de las tareas del botánico es la propagación y el cultivo de las especies que posee. Estamos en un proyecto para duplicar unos 200 ejemplares únicos y a la vez estamos cultivando nuevas plantas, ya sea por semillas o por gajos. Además, la educación es una actividad central. Vienen al Botánico **entre 40 y 50 mil alumnos de escuelas** a través de visitas guiadas. Esto se hace a través de la página web, en donde puede elegirse la visita, de acuerdo a las necesidades educativas del curso.

¿Qué cantidad de gente lo visita anualmente?

Por año el Botánico recibe a más de 500 mil personas. El público se compone de niños, vecinos del barrio, vecinos de la Ciudad y turistas, tanto argentinos como extranjeros.

¿Qué tipo de especies se encuentran en el Botánico?

Hay especies de todos los países templados del mundo. Nuestra colección principal es de árboles y el diseño del parque es de una exhibición boscosa. Hay ejemplares de cada continente. Además, hay un área de diseño, un jardín romano y uno francés, un área sistemática, al aire libre y cinco invernáculos, de los cuales sólo uno es abierto al público. Hay árboles con mucha historia, con más de cien años. Hay un “Tala” que consideramos que es nativo y que precede a la creación del jardín botánico. Además hay un Chrysophyllum cuya semilla, según se dice, la mandó el hijo de Pedro I, emperador del Brasil.

¿Qué novedades hay en el jardín?

Lo más nuevo es el jardín de mariposas, diseñado con especies que las atrae. Ya tenemos 25 tipos de mariposas. No es un “mariposario”, no están encerradas. Las mariposas son libres y se acercan al jardín. Hay pocos lugares así en el mundo. Es un espacio muy lindo, divertido y muy educativo, sobre todo para los chicos. Así se logra conservar a los insectos que son muy importantes para la fecundación de las plantas.

Para cuidar al jardín botánico

¿Por qué el jardín se cierra cuando hay tormenta o cuando ha llovido mucho? "Lo primero es para cuidar a quienes lo visitan, ya que para mantener su crecimiento natural los árboles no se podan y, ante una lluvia intensa pueden haber desprendimientos de ramas. En tanto, luego de una lluvia, se mantiene cerrado para evitar que se dañe ante la entrada del público".

Según Barreiro, es importante que el público distinga entre el jardín botánico y otros espacios verdes de la ciudad, ya que no son lo mismo. “El público a veces se confunde. Por ejemplo, no se puede pisar el césped en el Botánico, pero porque **es parte de la colección del botánico** y es el pulmón de las raíces de los árboles. Cuando se lo pisa, se agota el oxígeno que las raíces necesitan para crecer".

_Fotos: Estrella Herrera/GCBA._

viernes, 22 de noviembre de 2013

“Buenos Aires tiene una actividad jazzística intensa”

El Festival Internacional de Jazz le pone ritmo a la semana. Su director Adrián Iaies explicó cómo se lleva la Ciudad con el mundo del swing, por qué los jóvenes músicos se acercan cada vez más al jazz y las claves para reconocer a un buen improvisador.
“El jazz es una música que está muy relacionada con Buenos Aires desde siempre. Casi todas las figuras internacionales estuvieron acá. Estuvieron Ellington, estuvo Basie, Ella Fitzgerald, Bill Evans, Keith Jarret, últimamente Brad Mehldau… Buenos Aires es una Ciudad muy amigable para el jazz”.

Con estas palabras Adrián Iaies, director del Festival Internacional de Jazz porteño, definió la fuerte conexión que existe entre el mundo del swing y la Ciudad en la que, asegura, hoy “se puede escuchar jazz los siete días de la semana”. Iaies es pianista, compositor y hace ocho años dirige el festival que entre el 20 y 25 tendrá su edición 2013.

Tiene 53 años y vive en Saavedra en donde también funciona su sala de ensayo. De formación clásica, explica que el jazz lo atrapó luego de escuchar la grabación del trío de Bill Evans en el Town Hall, a mediados de los ´70. Por aquellos años el público de jazz era en su mayoría “gente grande”, muy distinto a lo que pasa hoy: muchos jóvenes organizan jam sessions en casas particulares o garages y se convocan a través de las redes sociales o por Internet.

 Así, afirma el pianista, de la mano de las nuevas generaciones en Buenos Aires el jazz está recuperando su rol artístico y revolucionario. Seguir leyendo

¿En qué situación está el jazz en Buenos Aires?

En los últimos quince años y más intensamente en los seis o siete se formó una generación de chicos muy jóvenes que tocan jazz. Esto es nuevo, antes no pasaba: jóvenes de 19 ó 20 años muy interesados en el género que ingresan a la música a través del rock y después estudian jazz. Es un fenómeno no menor por varias razones: al haber una generación más joven tocando jazz, hay una que también lo escucha. Cuando yo empecé a tocar jazz el público era mucho más grande. En cambio, hoy hay muchos chicos que además se asumen a sí mismos como músicos de jazz. Eso les da una mayor posibilidad de tener proyectos originales. A algunos les va mejor que a otros. Lo importante es que su atención está puesta en generar un proyecto que hable de ellos mismos, a diferencia de lo que sucedía antes cuando los músicos intentaban imitar a los americanos.

¿Dónde está hoy la movida jazzística en la Ciudad?

Buenos Aires tiene una actividad bastante intensa. No hay tantas ciudades en el mundo que tengan una movida así. Por ejemplo, hoy en Buenos Aires se puede estudiar jazz. La Ciudad tiene una tecnicatura dirigida por Ernesto Jodos en el conservatorio Manuel de Falla, que se ha convertido en un verdadero semillero de músicos. Además están los clubes como Thelonius, Virasoro, Boris o Notorius, en los que podés escuchar jazz los siete días de la semana. Luego, lo que hay es una movida subterránea, de chicos sub 25 que se juntan a tocar en casas particulares, en garajes. Así el jazz empieza a recuperar en Buenos Aires algo que hace a su esencia, su carácter contracultural.

¿Recordás cuál fue la primera canción en la que improvisaste?

¡Uy, no! Empecé improvisando de muy chico. Además tuve la suerte de, en mi formación clásica, estudiar con una gran profesora que, cuando trabajábamos sobre el repertorio me hacía improvisar. Entonces recuerdo improvisar sobre “Microcosmos” de Bártok o sobre pequeñas invenciones de Bach. Cuando empecé a tocar jazz debe haber sido sobre alguna canción que tocaba Bill Evans. Fue el primer músico de jazz que escuché, con el disco del trío en el Town Hall, del sello Verbe, a mediados de los ´70.

¿Podés recomendar un disco para empezar a escuchar jazz?

Es muy difícil. Es algo muy personal. Tal vez Kind of blue de Miles Davis o A love supreme de John Coltrane.

¿En qué tiene que prestar atención quien va a su primer concierto de jazz?

En principio es una actitud espiritual. No tiene que tener prejuicios. Tiene que predisponerse como quien va a probar por primera vez una comida, como quien va a una primera cita; como quien va a un lugar de viaje. Te sentás y escuchás. Entonces lo que suena en el escenario te genera una vibración o no. Si no te lo produce, no hay ninguna explicación que pueda suplir esa ausencia. Nadie te tiene que explicar nada. Si comiste milanesas toda tu vida milanesa con papas fritas y te dan a probar sushi, tenele paciencia, no es el mismo gusto. Si toda tu vida te gustó veranear en el mar y un día se te da por ir a la montaña, no esperes ver arena y sombrillas.

¿Cómo se reconoce a un buen improvisador?

Lo que es un buen improvisador para uno no lo es para otro. He conocido gente por la cual tengo mucho respeto intelectual que no les gusta Stan Getz. Un buen improvisador es alguien que tiene humor musical a la hora de tocar. Alguien que puede jugar con un pequeño motivo y desarrollarlo y volver a citarlo y mostrarte cuántas formas distintas hay de decir eso. Es como cuando ibas a un cumpleaños de chico y alguien hacía cosas con globos y te mostraba un camello, una jirafa. Un improvisador es alguien que desarrolla un tema en tiempo real, no como un compositor. Es alguien que a medida que la música sucede va improvisando arriba. Por eso tiene que tener reflejos y una velocidad mental para ir haciendo camino al andar.

¿Cuáles son las novedades del festival?

Este año se incluye el teatro Presidente Alvear y se le da un uso intensivo al mejor lugar para la música que es la Usina del Arte, de la que vamos a usar sus tres salas. Incorporamos a nuestra serie pedagógica “El aula” unos talleres de ensamble dirigido a instrumentistas en los que hubo arriba de 200 inscriptos y esperamos para el año que viene 400. Esto se suma al tradicional workshop para cantantes que tuvo 150 inscriptos y al que cada año se anota más gente. Además, el festival siempre es novedoso porque la programación no se repite, no traemos artistas internacionales que ya hayan tocado. También, la serie “cruces” reúne a músicos locales e internacionales. Eso por definición es novedoso porque lo que toquen va a ser sólo esa vez.

Fotos: Estrella Herrera/GCBA.

martes, 24 de septiembre de 2013

Ciudad del Papa

Ya está on line el sitio web que repasa la vida y la actualidad de Francisco. En www.buenosaires.gob.ar/ciudaddelpapa puede leerse su vida en Buenos Aires; su pasión futbolera; crónicas de su nombramiento; la solidaridad; la comunicación con sus fieles y detalles del Circuito Papal. Además, pueden subirse fotos con él.

miércoles, 21 de agosto de 2013

Cómo enseñar en quinto año

POR ENRIQUE FRAGA - ESPECIAL PARA CLARÍN Los festejos y "rituales" del final de la secundaria pueden ser un obstáculo para cumplir los objetivos pedagógicos. Dispersión, ausentismo y agotamiento son algunos problemas que se plantean en el aula. Ideas de los docentes y consejos para padres. Sin dormir la noche anterior, un grupo de jóvenes entraron al aula cantando a los gritos, todavía eufóricos por efecto de la fiesta de fin de curso. Ante la situación, la profesora les recomendó que se volviesen a sus casas. "¡Profe, si se vuelven a su casa se quedan libres!", fue la respuesta de sus compañeros. Claro: varios de ellos, tras llegar del viaje de egresados, habían agotado las faltas permitidas para "reponerse" de su estadía en Bariloche. La anécdota no es excepcional y expresa el desafío de compatibilizar los festejos de fin de curso con el normal desenvolvimiento pedagógico del último año del secundario. Desde el primer día de las clases, el clima festivo por el fin del ciclo se respira en cada rincón del aula de quinto. Por supuesto, sería ridículo que egresar estuviese privado de festejos y alegría. Pero muchos docentes coinciden en que, en la actualidad, cumplir con el objetivo de enseñar a quienes están por terminar el colegio puede convertirse en todo un reto, ya que la escuela debe competir con la atención y energías que los jóvenes les dedican a las tradiciones instaladas, con el viaje y la fiesta de egresados a la cabeza. Seguir leyendo

lunes, 19 de agosto de 2013

Breve historia del tango

Los investigadores del tango suelen coincidir en que fue Buenos Aires la Ciudad que lo vio nacer. A partir de 1880 transcurría por su entrada en la modernidad y se volvía cosmopolita, tanto en su paisaje arquitectónico como en su composición social, trasformada por la fuerte corriente migratoria, mayoritariamente española e italiana. En este contexto el tango comenzó a bailarse de forma marginal en lupanares y bares de arrabal, bajo la mirada y la crítica de la alta sociedad, avergonzada por los movimientos sensuales que el baile requería. Es sabido que fue aceptado socialmente en Europa antes que en las elites culturales de Buenos Aires, las que se sumaron a la moda a posteriori y con curioso snobismo.

Entre las características históricas del tango, una de ellas es su permeabilidad hacia la fusión. Está en su origen la combinación de músicas y ritmos, entre la habanera hispano-cubana, la polka, la mazurca y el vals.

Desde las primeras interpretaciones a fines del siglo XIX, con flauta violín y guitarra, el tango ha evolucionado en sus aspectos melódicos, armónicos, rítmicos y líricos. Esta primera etapa es conocida como la “Guardia Vieja”, en la que se destacaron Roberto Firpo y Francisco Canaro.

Ya en boga, a partir de las primeras décadas del siglo tuvo lugar la “Guardia Nueva” con sextetos que incluían bandoneones, violines, piano y contrabajo (representan a esta etapa Juan Carlos Cobián y Julio De Caro, entre otros). Al mismo tiempo, comenzaba el auge de los cantantes, cuya figura por antonomasia sería Carlos Gardel. Cabe mencionar también el surgimiento de letristas como Pascual Contursi, Enrique Santos Discépolo y Homero Manzi. Muchos supieron retratar poéticamente mediante el lunfardo los pormenores de la vida cotidiana del porteño.

La época de oro del tango fue la década del cuarenta con artistas como Osvaldo Pugliese, Aníbal Troilo y Horacio Salgán, Edmundo Rivero y Roberto Goyeneche, entre muchos otros. Fue un momento de maduración del género y del boom de la industria cultural popular en la ciudad.

A partir de la década del cincuenta Ástor Piazzolla desarrollará una visión vanguardista del tango, que introducirá armonías y contratiempos jazzísticos y una interpretación musical más cercana a la música de cámara. Bajo este paradigma el baile será erradicado. Piazzolla mismo quería que su música fuera escuchada, antes que bailada.

No obstante, esta mirada moderna, resistida por los tangueros tradicionales, tuvo un gran anclaje en los jóvenes, quienes en los 60´ y 70´ experimentaron con la fusión entre tango, rock y jazz. Si bien la música de Piazzolla revolucionó el género, fue muy difícil para los músicos dar un paso más y salirse de la estética y el sonido “piazzollesco”.

Recién en 1999, un proyecto musical argento-franco-suizo gestado en París y conocido como “Gotan Project” clamó por “La revancha del tango”, nombre de su primer disco, al tiempo que propuso una mixtura entre estéticas electrónicas y tangueras la cual hizo furor en Europa y en los Estados Unidos. En 2002, los productores Gustavo Santaolalla (Argentina) y Juan Campodónico (Uruguay), iniciaron en Buenos Aires el “Bajofondo Tango Club”, dentro de una tendencia que sintetizaba grabaciones de tango originales (la voz de Goyeneche, por ejemplo), junto a músicos como Adriana Varela y Adrián Iaies, todo envuelto en un clima rave. El “Bajofondo…” editó un disco que ganó un premio Grammy latino en los Estados Unidos, tras lo cual se convirtió en disco de oro en la Argentina. Así como St Germain introdujo el jazz a los loops, estos nuevos proyectos buscaron dar otra vuelta de tuerca en la concepción de la música de Buenos Aires.

A estas nuevas experiencias se sumó toda una nueva generación de músicos interesados en las raíces y en el bandoneón como instrumento de culto. La revitalización del 2x4 fue tal que en en diciembre de 2009 la música de Buenos Aires fue declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, por decisión del Comité Intergubernamental de la UNESCO.

Ha dado también un fuerte impulso al género el Tango BA Festival y Mundial que tan solo en 2012 unas 500.000 personas disfrutaron de su programación con más de 200 espectáculos gratuitos y 487 parejas de 32 países de todo el mundo.

La Ciudad también tiene su radio de tango, la FM 92.7 que difunde la música ciudadana las 24h durante todo el año. Además, todos los años se realiza el Campeonato de Baile de la Ciudad que difunde el rico escenario de milongas de Buenos Aires. Desde 2010 el Tango tiene una sala oficial y exclusiva en la Ciudad: el “Teatro de la Ribera”, en el barrio de La Boca, con programación dedicada a milongas, shows, clases y exposiciones.

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viernes, 16 de agosto de 2013

Barrios de tango

Buenos Aires no solo fue la Ciudad que vio nacer al tango. Sus barrios y sus calles fueron también fuente de inspiración para muchas canciones que al ritmo del dos por cuatro retrataron a los porteños, a sus alegrías y frustraciones. El Tango BA Festival y Mundial, cuya actual edición se desarrollará desde el 14 al 27 de agosto, da pie para recordar la historia de alguno de aquellos tangos inolvidables.

Florida

Con letra de Antoinio Polito, el tango Florida está dedicado a la histórica arteria porteña y retrata los tiempos en que la famosa calle del centro estaba de moda y era paso obligado para la vida social y el entretenimiento. La canción fue grabada por la Orquesta de Juan D’Arienzo en 1938. Más información

Sin la careta del dolor,

pensando en el amor,

van todos a Florida…

En el soberbio atardecer,

sonriendo, la mujer

es un canto a la vida.

Por esa calle de moda

va siempre gentil,

soñando, dulce, en la boda,

que la hará feliz…

Va por la calle Florida,

la linda calle donde está el querer.



Sur

Uno de los tangos inspirados en el Buenos Aires antiguo es Sur, la obra maestra de Homero Manzi y Aníbal “Pichuco” Troilo, de 1948. Sus menciones a Pompeya, a San Juan y Boedo y a un paisaje lejano en la historia muestran una pintura de la Ciudad de principios del siglo XX. Un canto a la bohemia de una Ciudad que cambiaba con el paso del tiempo. La versión de Troilo junto a Rivero, para muchos, es insuperable.

Sur,

paredón y después…

Sur,

una luz de almacén…

Ya nunca me verás como me vieras,

recostado en la vidriera

y esperándote.

Ya nunca alumbraré con las estrellas

nuestra marcha sin querellas

por las noches de Pompeya…



Niebla del Riachuelo

Otro tango tradicional que retrató al sur de la Ciudad es el clásico de Juan Carlos Cobián y Enrique Cadícamo “Niebla del Riachuelo”, de 1937. Sirvió de música para el film La Fuga junto a Santiago Arrieta, Tita Merello, Francisco Petrone y Niní Gambier. En 2002 el virtuso pianista Bebo Valdés junto al cantaor flamenco Diego El Cigala hicieron una renovada versión de este clásico.

¡Niebla del Riachuelo!…

De ese amor, para siempre,

me vas alejando…

Nunca más volvió,

nunca más la vi,

nunca más su voz nombró mi nombre junto a mí…

esa misma voz que dijo: ”¡Adiós!”.



San José de Flores

El barrio de Flores también tiene su tango. Se llama “San José de Flores” y fue compuesto en 1936 por Armando Acquarone, con letra de Enrique Gaudino.

Nací en ese barrio,

crecí en sus veredas,

un día alcé el vuelo soñando triunfar;

y hoy, pobre y vencido, cargado de penas,

he vuelto cansado de tanto ambular…”.

Caballito

El barrio del centro de la Ciudad tiene su tango homónimo, escrito por el pianista, compositor y director Adolfo Avilés. Fue su primer tango y lo grabó la orquesta de Roberto Firpo en 1923.

Fue en Caballito una tarde,

fue una tarde en un bailongo

fue en un bailongo mistongo

donde yo la conocí.

La pebeta era una papa

y como buen milonguero

me agarré un camote fiero

al momento en que la vi.



Cafetín de Buenos Aires

El clásico tango de Enrique Santos Discépolo, con música de Mariano Mores, es un canto a una institución enraizada en Buenos Aires: el cafetín. Los cafés no son originalmente de la Ciudad pero, así como las calesitas, son parte de un paisaje porteño inevitable que, como Bares Notables, conservan el acervo de la rica cultura ciudadana.

De chiquilín te miraba de afuera

como a esas cosas que nunca se alcanzan…

La ñata contra el vidrio,

en un azul de frío,

que sólo fue después viviendo

igual al mío…



Caminito

Caminito es una de las zonas más pintorescas de la Ciudad visitada por miles de turistas al año. Benito Quinquela Martín bautizó el lugar con el nombre del tango “Caminito” de 1926, que Juan de Dios Filiberto había escrito para retratar no este espacio de la Ciudad sino un camino de La Rioja. Aunque en su origen la canción no quizo retratar este lugar típico de Buenos Aires, vale destacarlo ya que le puso su nombre trascendental. Caballito también tiene su canción en el 2x4, compuesta por Adolfo Avilés con letra de Enrique Ricardo.


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martes, 19 de marzo de 2013

El tango crece entre los jóvenes y ya se mete en las escuelas

Un aula y una milonga no se parecen en casi nada. Sin embargo, en los últimos años estos espacios comienzan a acercarse. El tango está llegando cada vez con más fuerza a las escuelas, y algunas hasta ya tienen sus propias orquestas dedicadas al ritmo rioplatense. Es el caso de una de las secundarias más emblemáticas de la ciudad: el Colegio Nacional de Buenos Aires.

Considerado inmoral en sus orígenes, en 2009 el tango fue declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco, y es cada vez más reconocido por su valor artístico y estético desde el ámbito educativo. Varias instituciones del país han comenzado a dictar talleres extracurriculares de baile o fomentaron la creación de formaciones musicales para difundir el género entre los alumnos. Seguir leyendo.

viernes, 15 de febrero de 2013

Massacre: “Mi primera novia fue el skate, la segunda el rock”

En 1978, Guillermo Cidade con 10 años visitó junto a su abuela la tienda Harrod´s de Retiro y en la sección juguetería encontró la gran novedad de entonces: un skateboard. Fue amor a primera vista.

“Siempre digo que mi primera novia fue el skate y mi segunda novia el rock. Una trajo a la otra. Gracias a la cultura skate, a las revistas que leía como SkateBoarder, que traían artículos de rock, empecé a escuchar rock”, comentó a buenosaires.gob.ar Cidade, más conocido como “Wallas” y como el líder y vocalista del legendario grupo Massacre, que se presentará el próximo 16 de febrero en el ciclo Rock BA de Parque Roca.

Es que en Massacre la cultura skate y el rock son una hermandad inseparable. Inspirados en la música y en el movimiento surgido en la Costa Oeste de los Estados Unidos, el grupo que por entonces se llamaban Massacre Palestina, dio su primer recital a fines de los ´80 en “La Capilla”, una disco ubicada entonces en Suipacha, entre Córdoba y Paraguay, frecuentada por grupos consagrados como Sumo o Soda Stereo.

“Nuestro debut fue un hito en la cultura joven. Lo fue porque se vieron conductas que antes no existían en Buenos Aires”, contó Wallas y agregó: ”Era una música que mezclaba a los Beach Boys con los Sex Pistols y los grupos clásicos eran Bad Religion o Social Distortion. Aquella ocasión el público empezó a hacer “mosh”, se subían al escenario y saltaban hacia la gente”.

Las crónicas coinciden en que su etapa underground y amateur tuvo su cenit en 1993, cuando entre el 25 y 29 de junio de 1993 tocaron junto a The Ramones en el Estadio Obras Sanitarias, en el barrio de Núñez, dando pie a una interminable convocatoria para telonear a bandas internacionales.

Hoy, sin miedo de que lo tilden de “careta”, Wallas asegura que el mensaje actual de Massacre no son los excesos ni la oscuridad del arrabal punk-rocker, sino la liberación mental, el amor y la felicidad. “Celebro que muchos chicos agarren el skate y vayan a una pista pública o hagan música con sus grupos y, así, escapen a la alienación de la droga.”

En diálogo con buenosaires.gob.ar, Wallas recordó sus primeros días con el skate y la música, adelantó que en abril, aprovechando la venida de Pearl Jam, abrirá en Palermo una galería de arte en la que mostrará su colección de tablas, y explicó cómo llegó a dedicar “Ringo”, el último disco de la banda, a la Ciudad de Buenos Aires.

¿En qué barrio naciste?

Nací en el Hospital Italiano. Crecí en Parque Centenario, en la zona de Almagro y Caballito. Viví en Congreso, Olivos, hasta en Londres. Pero finalmente volví a mi barrio. Es la zona en donde empezamos a tocar. Amo el Parque Centenario. En el último disco, “Ringo”, en el tema “Lo mío no es tan grave”, hay un juego lingüístico en donde digo “Vivo siempre en Buenos Aires para Parque Centenario”. Desde chico fui a al parque andar en karting, en bici y después fui en skate.

¿Cuándo conociste un skate?

Empecé con la primera oleada que vino de Estados Unidos, en el ´78. Tenía 10 años. Conocí el primer skate en la tienda Harrods. Me llevó mi abuela a la juguetería en donde estaban los Reyes Magos y la novedad era un skateboard. No me lo compró, pero me enamoré. Mi primera novia fue el skate y mi segunda, el rock. Siempre digo eso porque fue gracias a la cultura skate, a las revistas como SkateBoarder que empecé a leer notas de rock.

¿Recordás la primera vez que hiciste un Ollie Fly? (N del R: es una maniobra inicial en el skate)

Recuerdo mi primera maniobra. No fue un Ollie, fue un Kickturn, es decir un giro de 180 grados con la tabla. Fue en Vicente López, en donde estaba el supermercado Gigante, en la primera pista de skate. La llamé a mi mamá desde un teléfono público, ya que entonces no había celulares, y le pedí permiso para quedarme un rato más en la pista porque era de noche. Fue en 1980.

 Foto: Estrella Herrera/GCBA

¿Cómo ves este revival del skate en Buenos Aires?

Me parece genial. Cuando éramos chicos y el skate pasó de moda, entramos en una marginalidad en la que era muy difícil conseguir información, tablas, y ni hablar de pistas, porque cerraron todas. Fue una época en la que tuvimos que bancarnos ser los incomprendidos. Me encanta que ahora haya lugares a dónde ir, que las chicas anden en longboard… está buenísimo.

¿Seguís con el museo Mundo skate?

Mundo skate era un museo que estaba en un local de la Galería Bond Street y ahora lo tengo en un espacio privado. Pero este año los Massacre, junto con nuestros diseñadores, vamos a abrir una galería de arte que se llamará “Pánico”, a metros de la Plaza Cortázar. Allí la primera muestra va a ser una exposición de mi colección de tablas. La fecha de inauguración será en abril y va a coincidir con la visita de Pearl Jam, de quienes seremos los teloneros.

Además de “Lo mío no es tan grave”, ¿tenés otra canción sobre la Ciudad?

Todo el disco “Ringo” está dedicado a la Ciudad. En él quise hacer un homenaje a Buenos Aires. “Ringo” se refiere a Ringo Bonavena y es así un homenaje a Parque Patricios, a los héroes populares. Además, en algunas canciones uso localismos o palabras en lunfardo. A veces digo “piba”, “bardear”. Hay gente a las que les hace ruido, pero es un ejercicio de estilo.

¿Qué significa ser “una banda de felicidad y liberación mental”?

Somos una banda que ya pasó por todas y hoy podemos dar un mensaje más luminoso, a futuro. Quiero un mensaje positivo. Soy medio bestia al expresarlo, pero cuando voy de gira le digo a los chicos que es mucho mejor tener una experiencia sexual con precauciones que gastar plata en droga. Lo digo para dar una alternativa al paco, a la falopa y a la birra de litro que es algo que muchos usan para eludir la realidad. Y lo digo con conocimiento de causa. Celebro que muchos chicos agarren el skate y vayan a una pista pública o hagan música con sus grupos y, así, escapen a la alienación de la droga y de las consolas de video juegos que te dejan encerrado todo el día en tu casa.

¿Tenés pensado escribir un libro?

Sí, tengo pensado escribir un libro de anécdotas, reflexiones, de nuestra fase hasta los ‘90. Fuimos teloneros de muchísimas bandas internacionales porque éramos los únicos que tenían ese perfil. Un gran momento fueron las cinco noches en las que tocamos con Ramones en Obras Sanitarias, a mediados de los ´90. Pero también tocamos con Misfits, Black Flag, una lista enorme. Lo quiero escribir, cuando tenga tiempo, cosa que no tengo.

Además de Parque Centenario, ¿tenés otro lugar favorito en Buenos Aires?

El Planetario. Me encanta ir con mi perrita “Teresa” hasta la noche a tirarle el frisby. Me encanta cuando encienden las luces de colores, es un flash, están muy buenas.

¿Qué expectativas tenés para el recital en Rock BA?

Va a ser genial. Tengo las mejores expectativas. El año pasado tocamos y la pasamos super bien. Se escucha bárbaro y vamos a hacer un show con todo lo que queremos. Siempre destaco y jerarquizo este lugar. Es un placer.

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Fuente foto: Estrella Herrera/GCBA.

miércoles, 13 de febrero de 2013

Déborah de Corral: "Hay un resurgimiento musical"


Unmasked es el décimo álbum de Kiss y fue lanzado en 1980 en Estados Unidos. En la Argentina salió con el título “Desenmascarado” y, editado por Phonogram Argentina S.A.I.C., vendió miles de placas. Una de ellas se convirtió en el primer casete de rock que le regalarían a Déborah de Corral con tan solo cuatro años.

Por entonces Déborah se criaba en San Fernando. Pero a los 16 años se mudó a Buenos Aires, al Barrio Norte, empujada por su exitosa carrera como modelo en los ´90. Luego de un “rayo glorioso” en TV, desde el año 2000, su hogar se ubicó entre las calles Guatemala y Arévalo, en Palermo, barrio en el que hoy reside.

“Me gusta mucho vivir ahí. Estoy en una zona del antiguo Palermo, desde que era el inhóspito “Palermo Viejo”. Es un lugar en donde no cambió nada y, aunque está cerca del “Hollywood”, donde hay restaurantes, negocios y movimiento, es muy tranquila”.

Con Palermo de fondo, esta narración podría ser una típica escena borgeana, ya que aquel disco de Kiss con el que empieza esta nota, flojo de ventas en Estados Unidos, logró un particular éxito en Australia. Por entonces, allí hacía su debut discográfico INXS, que vendería millones de discos, lograría una fama internacional y en 2010 invitaría a Déborah a grabar su voz, realizar una gira australiana y a presentarse en los Juegos Olímpicos de Invierno, experiencia que, asegura la cantante, fue un antes y un después en su carrera musical.

“Aprendí muchísimo. Tocar ante 30 mil personas es una experiencia maravillosa. Hasta entonces sabía que esto era lo que me gustaba, pero ahí dije “ok”, estoy para hacerlo seriamente”, contó Débora de Corral quien dialogó con buenosaires.gob.ar a pocos días de presentarse junto a Tan Biónica y Los Heladeros del Tiempo, el próximo 15 de febrero, en la apertura de Rock BA, el ciclo de música más potente de Verano en la Ciudad, en el Parque Roca.

 Foto: Estrella Herrera/GCBA

¿Qué te gusta de Palermo?

Estoy en una zona que no cambió nada por suerte. No llegaron los negocios, ni creo que lleguen, porque es cerca del límite con Dorrego. Tengo la suerte de vivir a unos pasos de donde hay movimiento, pero sin “fumármelo” (risas), sino en un lugar tranquilo.

¿Cuál es tu lugar favorito en Buenos Aires?

Me gusta donde vivo, pero también me gusta San Telmo. Creo que es inspirador. No lo digo en el sentido musical. Solo me encanta la bohemia y la melancolía que tiene, típica de Buenos Aires, con un poco de España y París, con un toque de “malevaje” que lo hace muy lindo.

¿Tu barrio te inspiró alguna canción?

Amo vivir acá, pero musicalmente y para hacer pop no es mi fuente de inspiración. Eso sí, me gusta la tranquilidad de las tres cuadras a la redonda y no extraño al antiguo Palermo, no soy tan melancólica o tanguera.

Tu disco solista se llama “Nunca o una eternidad”. ¿De dónde viene el nombre?

Viene de la letra del tema “Este cielo”, en donde dice “y cada día que pasa podría ser nunca o una eternidad” y se refiere a poder hacer lo que uno quiere y aprovechar el momento.

Es el primer disco que firmás con tu nombre. ¿Qué significa para vos?

Firmarlo tiene el suficiente significado. No tiene un significado extra. Pero puede expresar mi salida hacia el mundo con mi música. Es una fotografía de mi vida artística actual. Pero le doy la importancia que se merece, no más. Es un disco gracias al cual mucha gente conoció mi lado musical. Pero no le doy tanta importancia, hoy estoy ya pensando en el próximo.

¿Cómo fue la experiencia de hacer el disco junto al productor Juan Campodónico?

Fue una experiencia genial. Hizo un hueco en su agenda, que es una locura. Estaba terminando un trabajo pero se copó con tres de mis canciones y me dijo “venite”… ¡y me tiré de kamikaze! De hecho, “Kamikaze” es una de las canciones que me produjo. Fui a Montevideo y ahí toqué con músicos uruguayos que no conocía. Se hicieron unos arreglos musicales bárbaros. Fue excelente.

¿Cómo componés tus canciones?

Mi primer disco podría ser de canciones folk ya que lo compuse principalmente con piano y guitarra. Pero ahora estoy haciendo ejercicios desde la producción y uso bases programadas con las que aprovecho para jugar con distintos sonidos. Pero lo hago porque tengo tiempo y no estoy apurada. Bien o mal, toco varios instrumentos. A veces compongo muchos temas en guitarra que resultan parecidos. Entonces dejo descansar la guitarra y agarro el piano. Tocar varios me permite conectarme con la música desde distintos lugares.

Algunas de tus canciones tienen reminiscencias del pop de los 80´s, tipo Close to me, de The Cure…

¿Sí? ¿Te parece? No lo pensé así… pero me gusta la idea. La música que más escuchaba en los 80’s era el pop radial. Es probable que inconcientemente, de tanto haber escuchado lo haya traído (risas).

¿Qué recuerdo tenés de esa década?

Había muy buenas bandas tanto británicas como argentinas, como Soda o Virus. Prendías la radio y ponía muy buena música, incluso en la tele a las 5 de la tarde podías ver un video de Kate Bush. Esto es algo que hoy le falta al mainstream radial. Ahora está todo más calculado, hay menos pasión por la música y más por el billete. Pero me encanta haber sido parte de esa otra época. De ir a comprar discos, de que alguien más grande te recomiende lo que está bueno para escuchar. Pero no quiero decir que “todo tiempo pasado fue mejor”. Ahora noto que hay un resurgimiento. Siento que hay algo bueno, nuevos fans de la música, nuevas bandas… Hoy la nueva forma de difusión a través de las redes sociales es fabulosa y hay muy buena música para el que la sepa encontrar.

¿Cuáles son tus expectativas para el recital en Rock BA?

Espero divertirme, que suene lindo y que nos toque una buena tarde. Sé que va a ir gente y eso me gusta. Además que sea gratis, que sea en un parque y que estén ahí los Tan Biónica…. ¡Va a ser una super tarde!

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Fuente foto: Estrella Herrera/GCBA.

miércoles, 30 de enero de 2013

"Soy un agradecido de la gente de Buenos Aires"

El primer recuerdo que se le ocurre a Chango Spasiuk de cuando conoció Buenos Aires es el de estar dentro de un vagón de “El Gran Capitán” y llegar a la estación Federico Lacroze, en Chacarita. “Me sorprendían los olores, como el del café con leche de máquina. Uno ya lo tiene incorporado, pero el aroma del café expreso era completamente nuevo para mí”, me contó. Escuché al Chango Spasiuk en vivo en 1993 junto a Divididos. Por entonces lo llamaban "el Hendrix del acordeón". Veinte años después le hice esta entrevista.




El primer recuerdo que se le ocurre a Chango Spasiuk de cuando conoció Buenos Aires es el de estar dentro de un vagón de “El Gran Capitán” y llegar a la estación Federico Lacroze, en Chacarita.

“Me sorprendían los olores, como el del café con leche de máquina. Uno ya lo tiene incorporado, pero el aroma del café expreso era completamente nuevo para mí”.

Nacido en 1968 en la localidad de Apóstoles, en Misiones, Spasiuk comenzó a tocar el teclado con fuelle a los doce años en fiestas familiares y, desde entonces, no se detuvo. Grabó con prestigiosos músicos como Mercedes Sosa, Víctor Heredia o Antonio Agri. En Montreal compartió escenario con Pat Metheny y John McLaughlin. Ganó un premio Carlos Gardel con su disco Pynandi, de 2009 y hoy es reconocido por el público como quien en las últimas décadas supo instalar el sonido del litoral en los oídos de nuevas generaciones.

El próximo viernes 1° de febrero, inaugurará el ciclo gratuito de folclore en el Anfiteatro Costanera Sur, uno de los momentos musicales más importantes de Verano en la Ciudad. En diálogo con buenosaires.gob.ar repasó su primeras impresiones de la Ciudad, sus motivaciones artísticas y su relación con el público porteño, de quien afirma ser “un agradecido”.

¿Qué recuerdo tiene de su primera visita a Buenos Aires?

Vine a los 17 años, en 1986. La imagen más inmediata que tengo es haber llegado en tren a la estación Federico Lacroze, en el Gran Capitán. Luego tomar el subte. Recuerdo poder caminar por Av. Corrientes, por Av. Santa Fe. No me cansaba de caminar. Me sorprendían los olores, como el del café con leche de máquina. Uno ya lo tiene incorporado, pero el aroma del café expreso era completamente nuevo para mí. También tengo la impresión del color gris de la Ciudad, diferente al de Misiones que es rojo.

En 1996 grabó con Antonio Agri, el legendario violinista de Astor Piazzolla. ¿Cómo fue aquella experiencia?

Cuando hice mis primeros musicales en Buenos Aires, en 1990 toqué en el viejo Canal 11, en el programa La Noche del Domingo, en donde conocí a Agri. Allí improvisamos algunas canciones como el chamamé Merceditas. No tenía idea de su dimensión como tremendo violinista, ni había escuchado mucho a Astor Piazzolla. Eso fue positivo porque me pude acercar a él sin tanto respeto y con confianza.

¿Qué lo inspira a componer?

No me relaciono con la música en términos de inspiración. La música es parte de la vida. A través de un relato sonoro expongo mi punto de vista de las cosas. Y la narración está relacionada con la vida de uno y con sus anhelos. Entiendo la música como herramienta para construir algo especial.

¿Qué tiempo le dedica al estudio de su instrumento?

Lo cierto es que no estoy en una época de estudio. Hace unos años estudiaba muchísimo. Buscaba la perfección de la técnica. Pero ya no aspiro a ser un virtuoso del instrumento. El acordeón no es más importante que el conjunto, que el violín, que el violoncello… Hoy busco expresar mis ideas, antes que lograr una perfección técnica.

Ha tocado en festivales de jazz en Nueva York y en el Festival Internacional de Jazz de Montreal. ¿Cómo recibe aquel público particular el sonido del chamamé?

En el jazz hay interesantes acordeonistas. De todas formas, a ese público le llama la atención la pureza del chamamé, que es además una música compleja, contrapuntística, con muchos colores. Es una música original, a la vez triste y alegre. En este momento que vive el mundo, algo que te conecte con la esperanza no es poca cosa. Y el chamamé, y mi manera de interpretarlo, tiene esos elementos. Por eso la gente lo agradece. El público de afuera al escucharlo piensa “es música argentina, pero no es tango”, pero aún así la siente familiar. El chamamé es una música poderosa, ni mejor ni peor que otra, que vale la pena compartir.

¿Cómo es el público de Buenos Aires?

Muy bueno. Me trata muy bien. Aquí además me viene a ver gente de muchas provincias, de distintas edades, que le gusta la música instrumental. Pero no importa si sos grande, viejo o joven . No tengo un estilo empresarial de analizar quiénes son los que me siguen. Lo que importa es lograr la sensación de hacer música para compartir y construir algo bueno entre todos.

¿Cuál es su lugar favorito en Buenos Aires?

Mi casa, no sé… no tengo un barrio específico ya que viví en muchos lugares y la Ciudad ha cambiado mucho, a una velocidad tremenda. Pero también me gustan las librerías como El Ateneo, perderme en un libro y leerlo por horas. También disfruto subirme a un colectivo y ver, por ejemplo, que quien maneja es formoseño y ponerme a charlar. Soy un agradecido de la gente de la Ciudad de Buenos Aires. Hay de todo, pero también hay gente muy solidaria y educada. Que dos o tres personas se paren a explicarte qué colectivo tenés que tomarte es algo único.

¿Qué expectativa tiene para el próximo recital en la Costanera Sur?

Que no sople el viento (risas), que la gente la pase bien y acercarme a la idea de saborear la música y poder expresarme. Haré lo mejor que pueda. Hace mucho que no tocaba en Buenos Aires. Es una buena manera de empezar el año.

viernes, 18 de enero de 2013

Mora Godoy: “El tango es una forma de vida”




















Uno de los grandes momentos de Verano en la Ciudad será la actuación de Mora Godoy en el Obelisco, el próximo domingo, quien junto con su compañía de baile presentará “Amor tango”, el espectáculo con el que a través de una fusión de ritmos buscará “quitarle al tango su melancolía”. En medio de los ensayos de lo que seguro será un momento inolvidable, la artista dialogó con buenosaires.gob.ar sobre su carrera, su público, el tango y, por supuesto, la Ciudad.

¿Hay algo que diferencie al bailarín de tango del resto?

El tango es una forma de vida, tiene que ver con costumbres y con una forma de vestir particular. Uno va a la milonga ya vestido de tanguero. Es la diferencia con otros bailarines. Pero también si estás vestido de calle, podés bailar tango. Para otros ritmos, generalmente, hay que cambiarse para poder bailarlos. Yo soy bailarina, soy egresada del Colón y creo que ser bailarín (de cualquier ritmo) es muy diferente a ser profesional en cualquier otra profesión.

¿Con quién le gustaría compartir el escenario?

Me encanta bailar con Marcos Ayala y con Juan Manuel Firman, que son mis compañeros. Pero si tuviese que elegir a alguien diferente para compartir escenario me hubiese encantado compartirlo con Julio Bocca, que no lo pude hacer, y con [Mijaíl] Baryshnicov que para mí es un grande…fuera de eso creo que compartí escenario con casi todos los que quise.

¿Cuántas horas practica por día?

Tres y cuatro horas por día. Es importante estar entrenado para cada espectáculo.

¿Cómo definiría a los escenarios porteños y a su público?

Buenos Aires se ha transformado en una gran ciudad cultural, es la ciudad cultural de América latina. Es impresionante la cantidad de espectáculos comerciales y también independientes que hay o la cantidad de teatros de espacios abiertos. Tenemos de todo para elegir, para todos los gustos. Hay obras de Broadway, obras que se hacen en Europa, obra locales. Eso es muy atractivo.

¿Cuál es su lugar en Buenos Aires?

Mi casa, pero si tengo que elegir un lugar afuera de ella, me encanta San Telmo, la Plaza Dorrego.

¿Qué expectativas tiene para la noche del domingo en el Obelisco?

Que haya mucha gente, sumarle público al tango, que tenga popularidad, que les guste el espectáculo con fusión de ritmos que presento y aportarle a la ciudad un tango mucho más vanguardista.

viernes, 11 de enero de 2013

Las antiguas playas porteñas



A comienzos del siglo XX la Ciudad tenía un balneario municipal. Estaba en la Costanera Sur y así como lo hacen hoy en Buenos Aires Playa, que ya va por su sexta temporada, miles de personas asistían para refrescarse, jugar, descansar y divertirse.

El antiguo balneario estaba en los mismos terrenos linderos a lo que hoy es la Reserva Ecológica, cuando el Puerto Madero no era un barrio y era diferente a lo que es hoy.

Allí, en las primeras décadas del siglo XX, el paisaje era muy distinto, no estaban las altas torres ni la querida Reserva. Es que como parte del diseño de un paseo costanero que bordeara el Río de la Plata, en aquella zona sur se construyó un espacio de gran categoría en donde los vecinos solían ir a refrescarse durante los calurosos veranos. En ese mismo lugar en 1918 fue trasladada, por ser considerada inmoral, la obra monumental de Lola Mora: La Fuente de las Nereidas, que todavía se puede apreciar y admirar.

Como lo muestra este documental norteamericano, una postal muy común hasta la década del ´50 era ver a cientos de porteños bañándose en las aguas del Río de la Plata. Lo curioso es que en 1923, desde la Intendencia de Carlos Noel se dictó un reglamento que establecía que era “obligatorio el traje completo de baño, de malla (mamelucos) o pantalón y saco, debiendo hallarse todas las prendas en buen estado”. Además, prohibía “el uso para los baños, de calzoncillos comunes o de punto”; y establecía que los “bañistas deberán proveerse de toalla” y que su permanencia en el agua “no pasaría la media hora”.



Pero además de un chapuzón, los visitantes solían ir a tomarse una rica cerveza a La Munich, una cervecería extraordinaria cuyo edificio del húngaro Andrés Kalnay hoy es una muestra del clásico Art Decó de nuestra eclética arquitectura. Hoy en este mágico lugar funcionan la Dirección General de Museos de la Ciudad y el Museo del Humor.

Pero finalmente, el balneario fue cerrado debido a la posterior contaminación de las aguas, que restringió el uso del predio y, en la década del ´70, presa del abandono, la zona fue rellenada para diversos proyectos urbanos. Curiosamente, tras varios años allí se formó la reserva natural de la Ciudad, sin ayuda de la mano del hombre.

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