martes, 13 de julio de 2010

Historia repetida



La discusión sobre si es posible un aumento del 82 por ciento móvil en las jubilaciones no sólo corre por izquierda a un gobierno que hizo del progresismo una de sus banderas. También expone una falta de sensibilidad en muchas organizaciones civiles y en actores sociales que, por compartir ideas y opiniones con el oficialismo, miran para otro lado y pierden de vista una evidente e injusta situación en nuestro país.

En esta era inundada por medios de comunicación masivos, blogs y redes sociales, los jubilados pueden encontrar más recursos para expresar abiertamente su reclamo. Pero al parecer, desde los círculos de poder muy pocos afinarían los oídos para escucharlo. ¿Por qué esta histórica, repetida y perversa animadversión de nuestros gobiernos contra las personas mayores? Puede decirse que la nuestra es una sociedad individualista, egoísta, etc. Pero creo que la respuesta a tanta indolencia es menos teórica, más pragmática, cruda y procaz: los jubilados no tienen poder, no manejan el transporte (no pueden interrumpirlo), no se aglutinan en fuertes sindicatos, no controlan “cajas”, ni espacios políticos ni mediáticos, tampoco compiten por obtenerlos; además, muchas veces poseen la voluntad de impulsar cambios y dar batalla en la esfera pública, pero carecen de la fuerza física ya que, en definitiva, viven sus últimos años con nosotros. Por eso nadie les da bola.

Es penoso y angustiante que debamos escuchar las retóricas de tecnócratas que buscan explicaciones acerca de un hipotético apocalipsis deficitario en el que caería el país de concederse una mejora digna para nuestros abuelos. Encima se les muestra planillas con números y cifras para justificar su pobre estado de subsistencia. Falta que nuestros burócratas pidan que les den las gracias.

La discusión no sólo es mezquina, sino inadmisible mientras por otro lado se derrochan abundantes recursos públicos en la transmisión televisiva de partidos de fútbol, un lujo populista que no se justifica en un país cuyo porcentaje mayoritario de la población posee las necesidades básicas insatisfechas.

Es injusto que quienes fueron la fuerza productiva de una nación deban mendigar mejoras en su calidad de vida.