En menos de dos días gracias a facebook me reencontré con más de diez ex compañeros de mi escuela primaria. De algunos hacía casi 20 años que no tenía noticias. De otros hasta había olvidado cómo se llamaban. La reacción sólo al leer los nombres y apellidos fue una catarata ininterrumpida de caras, momentos... Fue como abrir un cajón repleto de fotos de la infancia (de hecho, tras apagar la PC busqué las fotografías que tenía en el fondo de un armario para conseguir otra dosis de buenos recuerdos). De no existir Internet, quién sabe si hubiera tenido noticias de alguno de ellos.
Hoy no dejo de pensar qué habría sido de nuestros abuelos, bisabuelos inmigrantes que viajaron miles de kilómetros, dejando atrás a hermanos, padres e hijos, si hubieran tenido herramientas como facebook, My Space o Linkedin. No tengo idea qué habría pasado. Pero seguro que el grado de nostálgicos habría disminuido notablemente en todas las sociedades. Infinidad de canciones y poemas dedicados a la soledad, la distancia, a la incertidumbre sobre el paradero de seres queridos, no habrían sido escritas. Quizá el tango no habría sido tango y el ciudadano Kane no habría perdido su Rosebud.
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