“A la gente que viene al festival por primera vez les recomiendo mucho empezar por la programación gratuita del Parque Centenario, hay un montón de películas buenísimas todas las noches y es un buen lugar para hacer los primeros pasos en el BAFICI”.
Como un acomodador que guía a la gente hacia sus butacas no lo dudó y, de entre los muchos escenarios con más de 400 películas que ofrecerá del 2 al 13 de abril la 16° edición del BAFICI, su director Marcelo Panozzo eligió al tradicional anfiteatro porteño de la comuna 6 como el lugar ideal para que los principiantes se inicien en el mundo emergente del séptimo arte en la Ciudad.
“Ver cine independiente no es distinto a ver cualquier otra película. Hay que ir con el mismo espíritu con el que se va a pasar un buen momento en el cine: de reflexión, ternura, tristeza…”, explicó Panozzo tras detallar lo mucho que le reconforta dirigir el Festival Internacional de Cine Independiente de Buenos Aires que tan solo en su última edición convocó a 370 mil personas y tras 16 años y varias administraciones artísticas continúa siendo una fiesta vital del arte de la Ciudad para la gente y hacia el mundo.
¿Cómo se puede definir al cine independiente?
Es un poco difícil de definirlo porque cuando nació el BAFICI el cine independiente era, en términos económicos, lo hecho a espaldas de Hollywood y del cine mainstream (cine comercial) y creo que esa idea ha ido quedando vieja, fue cambiando. Hoy en realidad sobre todo en el festival nos enfocamos en traer a Buenos Aires un cine que en el resto del año no tiene ninguna posibilidad de conseguir estrenos en multicines y salas comerciales. Apuntamos a traer a Buenos Aires 400 películas que el resto del año van a ser difícil de ver. No quiere decir que no sea un cine para que lo vea bastante público, porque sí lo ve.
El cine independiente de Buenos Aires ¿tiene algún lenguaje propio o cierta particularidad?
No, por suerte, lo que llamamos cine independiente o cine arte es difícil de definir en un par de eslóganes. Afortunadamente, eso es lo mejor del asunto. Porque hay de todo, documentales, cortos, largos, ficciones, 20 mil lenguajes diferentes, hay género, hay experimentación… eso es lo rico.
¿Hay algún género actual de moda?
No, pero sí hay un tipo de cambio de paradigma en cuanto a los formatos, sobre con cuántos minutos se considera un largometraje. Hay películas de 40, 50 minutos que son perfectas, redondas, impecables. Hace unos años no era tan normal películas de esa duración. El estándar de 80, 90 minutos se ha ido rompiendo. Primero se rompió hacia arriba con películas súper largas y ahora hacia abajo con otras más cortas. Hay una mezcla de cosas, una variedad de miradas que enriquecen mucho el menú.
¿Los jóvenes cineastas tratan alguna temática en particular?
Me parece que en el cine argentino hay una cosa muy mezclada, muy dividida entre ficción y documental, pero con mucha mezcla. En la competencia internacional de BAFICI tenemos tres películas argentinas, son tres ficciones súper distintas entre sí, dos de las tres son óperas primas, son muy sólidas, pero que no tienen una cosa que digas “acá se está contando la crisis” o “las películas hablan sobre esto”. De vuelta, por fortuna, el cine está a salvo del lugar común que impone todo rótulo o toda definición.
A través de las redes sociales el público observa, opina, califica, entre otras cosas, sobre cine… ¿Qué rol tiene un crítico hoy bajo estas condiciones?
Es un paradigma que ha ido cambiando. Así como cambió la manera de estrenar las películas, así como hay que pensar cómo un film independiente se defiende en la cartelera, en la sala o en el circuito alternativo, de la misma manera el rol del crítico ha ido cambiando. El lugar que ocupaban en las páginas de los diarios, que fue lo más tradicional siempre, se ha ido recortando un poco; no sé cuánto poder tienen, pero siguen teniéndolo. Estamos en un período de transición en el que el quick critic (crítico veloz) que aparece por redes sociales, que es muy influyente también, cambia profundidad por ingenio en base al material que puede producir. Creo que la crítica en blog, microblogging o en redes sociales está yendo a un lado que no se termina de definir, pero que es obvio que hay que prestarle atención.
¿Qué cambios ha habido en estas 16 ediciones de BAFICI?
Enormes. Es un festival que empezó con menos de 200 películas y hoy tiene casi 500. Empezó con mucho público también y hoy tiene muchísimo más. Fue sumando cosas por el camino. Sus directores Andrés Di Tella, Quintín, Fernando Peña, Sergio Wolf y, espero, también yo le hemos ido agregando cosas; hemos respetado una esencia del festival, un encanto, pero completándolo con algo más. Creo que es el mayor logro del festival que lleva 16 años, un montón de administraciones políticas y artísticas y sigue siendo todos los años una fiesta, una cosa absolutamente vital. Es algo que me reconforta mucho.
¿Cuál es el lugar que ocupa el festival internacionalmente?
Hay festivales mundiales que son muy influyentes en la opinión pública, pero que le dan la espalda al público. BAFICI es un festival muy del público pero a la vez tiene influencia en críticos y programadores, en la formación de la opinión sobre películas. Se catapultó hace ya muchos años y sigue siendo el lugar al que los programadores de afuera vienen a ver cine argentino. Es una cita para programadores de festivales muy importantes como Locarno, Viena, Toronto, Cannes o Berlín, que vienen a ver cine argentino a BAFICI.
¿Qué novedades hay para esta edición?
Es un año muy bueno del cine argentino. Creo que es récord de películas porque tenemos, entre cortos y largos, 113 films; son 50 y pico de largos y es muy sólida la programación. Hay cine argentino en todas las secciones, hay un montón de cortos. El cine que empiece su recorrido en BAFICI va a tener un largo año de festivales.
Aquel que nunca vio cine independiente, ¿qué recomendación le daría para apreciar mejor un film?
No es distinto a ver cualquier otra película. Hay que ser lo menos sectario posible. Hay que ir con el mismo espíritu con el que se va pasar un buen momento en el cine, entendiendo ese buen momento como cada uno lo entienda: de reflexión, ternura, tristeza… A la gente que viene al festival por primera vez les recomiendo mucho empezar por la programación gratuita del Parque Centenario, hay un montón de películas buenísimas todas las noches y es un buen lugar para hacer los primeros pasos en el BAFICI.
Fotos: Estrella Herrera/GCBA.
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