Desperté en un patrullero, esposado. Como ya era de día pude ver toda la escena, ahí estaban: los milicos, la prensa, los curiosos, la tierra removida y los cuerpos...
Hoy ya no me inquieta tanto saber que esa noche la policía no usó perros entrenados para encontrarme. Sólo me quita el sueño el firme recuerdo de aquellos dos animales junto a las tumbas, mirándome sigilosos, complacidos, mientras el coche policial se perdía en la luz del ocaso.
1 comentario:
Quique, está buenísimo! Me gustó mucho la historia. ***** (5 estrellitas) la redacción.
Ahora, una duda, que por ahí no es dable aclarar, queda a discreción del autor, por qué el protagonista se queda con la imágen del patrullero alejándose? (y no se lo llevan a él)
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